Ardiendo, el estómago indica la ferocidad dormida, la negra bilis en puja por salir en forma de prosa maldita, enfermiza y destructiva. Contra nadie más que contra mí, no teman detractores, que no les ha llegado la hora...
Algunos placeres que no puedo prohibirme, el alivio báquico, el insomnio (el más fiel de mis compañeros), la gula propia del éxtasis orgiástico...Y la palabra, la maldita palabra que me acecha en cada rincón, en cada arista de conciencia...
Mi ser, mi alma no se regocija en la sabiduría de la meditación; al contrario, sonríe ante el tormento, el alud de pensamientos y sentimientos del que suelo ser víctima... y se expresa, solo sabe expresarse, y casi nunca escuchar.
Y repite, sin final, cuan cínico se vuelve el mundo, cuan vacío y oscuro es el fin de estos tiempos, cuan desprotegidos estamos ante el avance de la oscuridad. Y traspasa mis ojos, y se vuelven tan muertos y lejanos como nunca, hartos, presas del cansancio, lejos de la lujuria por la vida...Y envidiosos, envidiosos de estas manos y esta boca que lo dicen todo, cuando antes solo necesitaba una mirada para describir el Universo; de esta boca y estas manos que reciben los besos, las caricias, el sudor de los días. Estos ojos que mueren por palpar la lluvia, y sólo llegan a sentir el golpe de un párpado, la pulsión lejana de la eternidad...
Etéreo, se presenta otra vez el placer y, sin embargo, se me hace inalcanzable, ya lejos de mis épocas de varón presto a esas lides, a la batalla contra el continuo de tabúes; lejos de ser nuevamente el Cid de los Sentidos.
Rompo paredes una vez más, sangrando por las heridas que ha dejado el camino, y que cada vez se abren un poco más, con el paso de las horas, dejando al descubierto un interior cada vez menos presentable...
Perpetuo, dolor perpetuo...
Capitán Huracán
lunes, 12 de mayo de 2008
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3 comentarios:
Todo ronda sobre los grises de tus prisiones; te vas a desangrar...deja para mañana rastros de infelicidad que los recojere con mis manos ajadas.
"...este huracán sin ojo que lo gobierne..."
Verborragia: reedición de un intento.
¡Qué felicidad volver a leerte!
que felicidad volver a cruzarla en el camino, maestra y amiga Diotima...Espero, más allá de este encuentro etéreo, que nos volvamos a ver en algún lugar...
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